Por: Arturo Cano
Quince migrantes, entre ellos tres mujeres y dos adolescentes, son detenidos por la Patrulla Fronteriza en el desierto. Los agentes deciden “desanimar” a los migrantes, para que no se les ocurra volver a intentarlo: los hacen correr durante media hora. Si se detienen, les tiran patadas.
Tres mujeres veinteañeras piden atención para las heridas que les ha dejado el desierto. Una de ellas tiene lastimaduras en la parte baja de la espalda, por una caída cuando trataba de escapar de ladrones. Los agentes que las detienen, lejos de proporcionarles atención, las empujan contra los cactus cuando ya las llevan esposadas.
Nueve migrantes comparten una celda fría de las seis de la tarde a las 8:30 del día siguiente. No les dan comida ni agua. Una madre ruega que al menos le den agua para sus hijos de seis y nueve años. Mientras beben agua, los agentes de la Border Patrol se niegan.
Un migrante es deportado por la población de Mariposa. Le faltan dos dientes. Se los tumbaron a golpes los agentes. Por supuesto, no había recibido ninguna atención.
A Efraín G.P. lo arrestan junto con su hermana, una menor de 16 años. Los separan. El es repatriado luego de dos días de arresto. Nadie le dice dónde está la menor. A pesar de haber cruzado por el Valle de Altar, y de que el punto más cercano en la frontera mexicana es Nogales, a Efraín lo despachan por Agua Prieta, Sonora.
Un migrante que se identifica como Herman estaba cruza una tarde húmeda. A él y sus amigos los descubren los agentes de migración. Tratan de esconderse. Cuando los descubren, lo levantan a patadas en la espalda. Ya de pie, los siguen golpeando al tiempo que los insultan: “pendejos”, “mojados.”, les dicen. Mientras hacen el papeleo, los agentes los obligan a permanecer en el suelo, mojados y temblorosos. Les dicen que así, cubiertos de lodo, sabrán quiénes son si deciden regresar.
Los hechos arriba mencionados no son casos extremos, sino ejemplos de las historias que a lo largo de dos años han escuchado y recopilado los voluntarios de la organización No Más Muertes, que se dedica a la protección de migrantes en la frontera entre México y Arizona.
El grupo ha elaborado un informe detallado de los abusos que cometen agentes de la Patrulla Fronteriza: golpes, amenazas e insultos son pan de todos los días, los mismo que negar servicios médicos urgentes, agua y comida.
No falta, tampoco, la separación de familiares, aun cuando entre ellos haya menores de edad.
“Repetidamente me dijeron que el agua se les daba en una sola cubeta grande y sucia con un cucharón puesta en medio de una celda grande de detención”, dice Joan Cooney, juez jubilado del estado de Nueva York;
“He hablado con cientos de migrantes que fueron separados de sus familiares y repatriados a diferente hora”, afirma Sarah Roberts, enfermera de Tucson, Arizona.
“He sido testigo y/o tratado a docenas de heridas incluyendo torceduras de tobillo, heridas de brazos y manos, laceraciones, pies severamente ampollados, quemaduras del sol, y deshidratación entre los migrantes que son regresados sin recibir cuidado médico de ningún tipo mientras que están bajo la custodia de Estados Unidos”, completa Joseph Shortall, voluntario certificado en primeros auxilios de Lakewood, California.
El grupo de voluntarios ha identificado “12 áreas principales de preocupación” sobre los abusos documentados:
1) Una falta de respeto a la dignidad básica de los migrantes, como evidencia está la repatriación de migrantes sin ropa o zapatos;
2) La falta rutinaria de proveer y la negación de agua en el campo y en los centros de procesamiento;
3) La falta rutinaria de proveer y la negación de comida en el campo y en los centros de procesamiento;
4) La falta de proveer tratamiento médico y acceso a profesionales médicos;
5) La negación de cobijas y la sobrepoblación de las celdas de retención en los centros de procesamiento y en las estaciones de la Patrulla Fronteriza; celdas de retención mantenidas a una temperatura incómoda; falta de acceso a llamadas telefónicas y a conserjería legal;
6) Abuso verbal dominante, particularmente el uso de insultos raciales y sexuales despectivos;
7) Abuso físico, percibido por los migrantes como castigo por intentar huir o por andar con otros que huyeron, o explícitamente dirigido a desanimar que intenten cruzar en el futuro;
8) Prácticas de transportación que ponen en peligro a los migrantes incluyendo la falta de cinturones de seguridad, velocidades peligrosas sobre terrenos ásperos, camiones sobre llenos, y el uso excesivo –muy caliente o mu frío del aire acondicionado;
9) La separación de miembros de la familia quienes pueden ser repatriados por puertos de entrada diferentes y/o a diferentes horas;
10) La repatriación de niños, mujeres y los más vulnerables durante la noche, y en violación del memorando de entendimiento firmado por los gobiernos de Estados Unidos y México;
11) La práctica de no regresar sus pertenencias a los migrantes antes de repatriarlos, incluyendo sus documentos oficiales y su dinero;
12) La falta de información a los migrantes sobre sus derechos, obligarlos a firmar formas que ellos no entienden, y no proveerles copias de estas formas en su idioma.